09 de Noviembre 2010
Noche de oración
Para algunos puede parecer poco que el Señor llene una mesa para compartir con los hermanos, para nosotros es un milagro, sabes por qué? Porque en la mañana no había dinero para el pan, ni personas que se ofrecieran, pero al llegar la noche, al llegar el momento de recibir a los hermanos en la casa del Señor, Ël adereza mesa delante de nosotros y ha puesto sobreabundancia de alimento; en eso vemos una vez más tu poder Señor, vemos tu misericordia, tu fidelidad, tu amor por tus hijos, por tus siervos y por quienes te buscan y sacan una noche para acompañarnos a darte gloria. Conmueves nuestros corazones con tanto amor, con cada pequeño gran detalle del que tienes cuidado, de cada persona, de cada oración, de cada necesidad, de cada canción.
Una noche más donde el Señor nos da delicioso alimento espiritual y nos permite compartir un poquito de pan.
Gracias Señor por tu gran fidelidad y amor…
El tema de esta noche:
“Hablando de Jesús, nuestro modelo de oración”
Por qué Jesús siendo Dios ocupaba hablar con el Padre? La respuesta es simple, para enseñarnos a orar.
Lo único que los discípulos le pidieron a Jesús fue que les enseñara a orar (Lucas 11:1) y la respuesta a esta petición fue una oración en plural, para orar juntos, el Padre nuestro.
Los discípulos vieron a Jesús orando, durante sus 3 años de ministerio, de 4-5 horas por día (se estima según los expertos), porque Jesús sabía cuál era la prioridad. Cuando los discípulos se levantaban, encontraban al maestro orando, en un lugar apartado.
Después de las horas de oración el Señor Jesús hacía milagros en segundos, entre más oremos más pronto sucederá un milagro en nuestras vidas.
Jesús oraba muchas horas; pero orar no es solo hablar con él, sino también estudiar su palabra, claro es importante que le hablemos como nuestro amigo, como nuestro enamorado, con esa confianza.
Si se puede ore en un lugar aparte, si no haga un tiempo seleccionado solo para hablar con él, busque el momento adecuado, pero conviértalo en un rutina, en algo que desee hacer todos los días, en el postre de su almuerzo, en su desayuno, en lo que más disfrutes del día.
Incluye al Señor en cada decisión que debas tomar, grande o pequeña, no importa, el Señor desea que le hables, le preguntas al Señor qué es lo que él quiere que hagas? Deja que Dios te dirija.
Cuando le hables, hazlo con tus palabras, no busques palabras de domingo, el Señor conoce tu corazón y lo que vas a decir antes de que lo digas, sin embargo el quiere que se lo digamos. “Estoy convencida que esto—hablarle al Señor—no es por él sino para que nosotros escuchemos lo que le pedimos, para que creamos realmente lo que declaramos con nuestra boca y para que recordemos quién es él realmente, para hacernos crecer en fe y en confianza en él; cada vez que oras por ti o por alguien más, el mayor beneficiado eres tú mismo porque te acercas más al Señor” (Gaudy, MOVAE).
El Padre ama al hijo y le muestra todo lo que conoce.
Acercas tu oído al pecho de Dios para escuchar sus latidos?
La oración es el medio por el cual descubres lo que el Señor ya hizo por la fe.
Jesús pasaba tantas horas orando porque tenía una relación genuina, para estrechar esa relación, entre más tiempo pasas con el Señor más íntimo te vuelves.
La oración es unirse con el Señor, te ayudará a cometer menos errores, no es que no los vas a cometer, pero si serán menos cada día hasta llegar con él.
La oración no es para recibir algo a cambio intencionalmente sino para experimentar el milagro de escuchar al Señor. (Salmo 25)
Debes pedirle dirección al Señor en todo tiempo. El poder el Espíritu Santo escudriña tu corazón y te dice qué debes dejar atrás.
Cada día puedes tener una relación más intima y estrecha con el Señor, si lo buscas y pasas tiempo con él. Hablar con Él es lo más grande que te puede pasar.