miércoles, 6 de abril de 2011

La intercesión: Jesús como modelo

Qué es interceder?

Interceder es hablar a favor de alguien, a resumidas cuentas.
Jesús es nuestro mejor modelo de intercesión; mirando las escrituras logramos sacar tres etapas de la intercesión que nos sirven de guías para comprender realmente.
Estas etapas son:
· La identificación
· El sacrificio de sí mismo
· El poder y autoridad 

La identificación

La verdadera intercesión, primero que nada requiere una identificación. Cristo se identificó con nosotros, tomando él mismo la forma de carne y sangre.
En nuestra intercesión, primero debemos desear identificarnos con aquellos por los cuales estamos intercediendo.
Debemos identificarnos de tal manera que tomemos sus cargas sobre nosotros, que sintamos su dolor y sufrimiento y presentar sus necesidades delante del Padre como si fueran nuestras.
No es suficiente el solo “decir” hay que sentir. Mateo 22: 37-39
Debemos desear identificarnos con todos aquellos que son hechos a un lado por la sociedad, llegar al punto de sentir sus enfermedades, su dolor, su sufrimiento y que nuestros corazones sean movidos a tener una verdadera pasión por ellos; es entonces cuando realmente podremos estar delante del Señor para interceder por ellos.

El sacrificio de sí mismo

Cristo, el gran intercesor hizo el sacrificio máximo, dando su vida por nosotros (Juan 15:13)
En nuestra intercesión debemos poner nuestra propia vida como sacrificio a favor de aquellos por los que estamos orando. Debemos crucificar y dejar de lado nuestros propios deseos y entregarnos a favor de las necesidades de los demás. (Mateo 10:39)
Uno de los principales ministerios del Espíritu Santo hoy, sobre la tierra, es la intercesión, es el Espíritu Santo quien pone en nuestro corazón la carga por los demás y las palabras en nuestra boca para interceder delante del Señor.
“Cuando llegamos al punto de someter completamente nuestras vidas y pensamientos y permitimos al Espíritu reinar en absoluta autoridad, No hay ningún límite en la intercesión”.
Romanos 8: 26-27
El poder y autoridad

Fil. 2:5-11
El señor Jesús a través de su amplio sacrificio y oración constante, mediante ese renunciar a sí mismo obtuvo su posición de supremo poder y autoridad sobre todas las cosas.
Cuando morimos a nosotros mismos y permitimos que el Espíritu Santo tenga control absoluto en nuestras vidas, para orar, entramos en esa autoridad ganada por Cristo para nosotros; es con esa autoridad que podremos atar y desatar en esta tierra y tomar lo que nos pertenece por herencia de gracia.

USTED TIENE UN LLAMADO SANTO Y SAGRADO!

El papel del intercesor es un llamado santo, hemos sido llamados a interceder (I Pedro 2:9); fuimos escogidos para llevar su palabra y abogar a favor de aquellos que están a nuestro alrededor, a presentar sus necesidades y clamar liberación de las vendas en los ojos de aquellos que no han visto su luz majestuosa.
Dios quiere que usted sea un intercesor, no solo a través de sus palabras si no a través de su propia vida.
Cuando interceda recuerde pedir al Señor que le ayude a identificarse con la necesidad de aquel por quien ora, a dejarse a sí mismo por él y pedir que el Espíritu Santo sea quien hable a través suyo con la autoridad de Cristo.
La intercesión a la que el Señor nos llama implica consagrarnos, apartarnos para él, buscarlo en oración y ayuno constantes, esperando en él, haciendo silencio para escucharle con claridad, requiere que realmente amemos a nuestros enemigos con un corazón sincero (Santiago 5: 13-18)




"Cuando oras por alguien, cuando intercedes con un corazón dispuesto, puedes sentir la presencia del Señor a tu lado y sentirte infinitamente pequeña y sentir su grandeza junto a ti, sentir tu cuerpo reaccionar ante su presencia y escucharte decir palabras que nunca pasaron por tu mente decir, y la sensación de satisfacción, completud y llenura es inigualable; cuando dispones tu vida para orar por otros puedes sentir eso y mucho más, llegar a vivir lo que nunca has imaginado"
Testimonio de intercesión de Gaudy López Artavia