martes, 15 de noviembre de 2011

Enfrentando Tormentas

Reflexión por Gaudy López Artavia

Cuántas veces hemos sentido que un huracán arremete contra nosotros y que no vamos a soportar más y cuando todo parecer haber terminado viene otra oleada que quiera acabar con todo, con las fuerzas que nos quedan?

Creo que muchas veces pasamos por situaciones que nos hacen dudar, por situaciones que nos lastiman y le decimos al Señor: qué pasa? Cuándo va a acabar esto? Y no puedo más, y viene un momento de calma, como para tomar nuevas fuerzas y cuándo nos damos cuenta otra vez el viento arrecia.

Este momento de quietud es como estar en el ojo de un huracán, buscando información encontré que el ojo del huracán es un espacio donde se puede ver al alrededor y hasta ver el cielo despejado e incluso un silencio abrumador, sin ráfagas de viento moviéndose, cuando leí esto me acordé de una película que se llama tornados, en que un grupo de investigadores persigue tornados buscando la forma de lanzar un máquina que les ayudará a prevenir futuros tornados, recuerdo que en una de las escenas donde más temor mostraban era ese momento de silencio, no sabían que iba a pasar; nosotros muchas veces nos sentimos en medio de ese huracán, viendo destrucción a nuestro alrededor, sin respuestas en un silencio absoluto. Que feo sentimos cuando no sabemos que hacer y nadie no dice nada, ni siquiera escuchamos la voz de Dios.

Ahora quiero que se formen otra imagen, esta vez de una tormenta en medio del desierto.

Las tormentas en el desierto o tormentas de arena, te quitan la visibilidad, te cuesta respirar, te puedes perder al no ver nada. Algunas son tan poderosas, que duran horas y horas, y pueden mover una montaña de arena, que tal vez era nuestro punto de referencia y así hacernos caminar en dirección contraria o que del todo nos de tanto miedo que decidamos perecer sin hacer ningún intento.

Cuántas veces hemos escuchado o dicho frases como esta: estoy pasando por un desierto, queriendo hacer referencia a un estado de sequía, sin detenernos a pensar que estar en un desierto es más que un lugar muy caliente de día, si no que también es un lugar de cambios abruptos de temperatura, donde hay tormentas, se sufre de deshidratación, alucinaciones, desubicación espacial y un montón de cosas más y muchas veces al decirlo como que nos centramos tanto en esa idea que más y más cosas nos pasan y como que no hacemos nada, decimos que estamos caminando pero no caemos de rodillas ante el Padre. O esta otra frase, estoy en medio de una tormenta. Todo para decir que estamos pasando por momento difíciles, por momentos en que dudamos en seguir confiando, tal vez estas pasando por un problema de salud, algo que te aqueja, que te preocupa, tal vez el médico te mandó a llamar por los resultados de una prueba que te hiciste y en eso estas, estas recobrando tu tranquilidad y de pronto te llaman de tu casa para decirte que tu papá perdió el conocimiento en medio de una crisis de pánico y que lo llevaron al hospital.

Parece que en tu vida las cosas nunca vienen solas como dicen en mi pueblo.

Tal vez se te presenta una problema en el trabajo y sientes temor de perderlo, y por tu mente pasan tus hijos, tu familia que dependen de tu salario, vez las cuentas de la escuela, del doctor, del teléfono, del carro y todos lo demás gastos que llegan sin falta a fin de mes.

O tal vez perdiste tu trabajo y pasan los meses y no encuentras otro, la comida en tu hogar es escasa y los recibos siguen llegando, vez a tu familia pasar necesidad y buscas y buscas, y lees la palabra donde dice que el Señor provee hasta para las aves en el campo y te preguntas Señor que esta pasando yo te busco y no veo tu respuesta.

Tal vez tu hija se fue de la casa y tu esposo te abandona y tu mundo se cae a pedazos.

Tal vez tus padres se separaron y tu no entiendes por qué.

O un familiar que amabas mucho muere.

Las personas en las que confiabas, tus amigos, tu familia, te fallan y sientes que estas sola.

Cuántos hemos pasado o estamos pasando por situaciones así?, que duelen en lo más profundo de nuestro corazón y lloramos y nos enojamos, sentimos que no podemos más, pensamos que no vamos a poder salir de allí. Creo que todos y es parte de nuestro andar.

En este punto es donde debemos hacer un alto, respirar y alejar de nuestra mente los pensamientos de temor, y analizar bien dónde está nuestra confianza.

Hay un par de pasajes en los evangelios que nos dicen como enfrentar las tormentas que es el punto principal de esta reflexión, estos pasajes los encontramos en mateo 7:24-27 y Lucas 6:46-49


Mateo 7: 24-27


24 "Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. 25 Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca. 26 Pero el que me oye y no hace lo que yo digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. 27 Vino la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y la casa se vino abajo. ¡Fue un gran desastre!"

Lucas 6: 46-49
 46 "¿Por qué me llaman ustedes, 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo?[a] 47 Voy a decirles a quién se parece el que viene a mí y me oye y hace lo que digo: 48 se parece a un hombre que para construir una casa cavó primero bien hondo, y puso la base sobre la roca. Cuando creció el río, el agua dio con fuerza contra la casa, pero ni moverla pudo, porque estaba bien construida. 49 Pero el que me oye y no hace lo que digo, se parece a un hombre que construyó su casa sobre la tierra y sin cimientos; y cuando el río creció y dio con fuerza contra ella, se derrumbó y quedó completamente destruida."

Dice que la casa que se construyó sobre la roca no hubo viento ni tormenta que la pudiera derribar, mientras que la casa sobre la arena no soportó nada.

Veamos más a fondo el pasaje en Lucas, hay tres puntos que me parece importante resaltar

1. Cavó bien hondo.

2. Puso la base sobre la roca.

3. El que viene a mí, me oye y hace lo que digo.


Qué quiere decir que cavemos bien hondo y que construyamos sobre la roca:

1. Cavar bien hondo: reconocer que en nuestro corazón hay cosas que están mal. Para hacer un hoyo hay que quitar la tierra que nos estorba.

2. Construir sobre la roca: poner nuestros cimientos sobre la roca, como bien lo dice el Rey David, Dios es nuestra roca, nuestra alto refugio. Así que para aguantar una tormenta hay que poner a Cristo como lo primero y actuar y construir en torno a él.


Así que para aguantar cualquier tormenta debemos:


1. Quitar lo que nos estorba y dejar que Cristo nos ayude a limpiar nuestra vida.

2. Ponga a Cristo como lo primero en su vida, toda su confianza en él.

3. Estudie su palabra, escúchele y ponga en acción lo que ha aprendido.


Busque estar en intimidad con él, él ha dicho clama a mí y yo responderé y que lo que pidamos en oración creyendo él nos lo concederá, así que pidámosle que nos ayude a estar en su presencia, a construir nuestra casa sobre la roca para que en nuestra vida se aplique proverbios 10:25 que dice “pasa el huracán pero el justo permanece”, pidámosle que nos ayude a cimentar nuestra vida en él para estar confiados que sin importar que pase, saldremos adelante con paz, confiados en él, aunque a nuestro alrededor hay caos.

La única manera es estar a sus pies, y no importará la prueba que tengamos en frente él siempre estará con nosotros y cuando te esté costando mucho has un alto y revisa como está tu relación con Dios, estás poniendo los cimientos de roca o estas poniendo cimientos de arena. Si piensas que estas bien, búscale con mayor intensidad, si ves que estas fallando búscale, y ten la certeza de que aunque no veas su mano en este momento él tiene el control de tu vida y no te va a dejar.

Recuerda que con él todo lo podemos como dice fil 4:13, pero que sin él ciertamente fracasaremos.