martes, 19 de julio de 2011

Gedeón, el reflejo de nuestras batallas



Cuántos hemos escuchado la  historia de Gedeón y cómo el derrotó todo un ejército solo con 300 hombres? Creo que todos, pero es importante recordar quién era Gedeón antes de ganar esa batalla; 

En Jueces 6 .11 y 12
11Entonces vino el ángel del Señor y se sentó bajo la encina que estaba en Ofrá, y que pertenecía a Joás, que era del clan de Abiézer. Gedeón, el hijo de Joás, estaba limpiando el trigo a escondidas, en el lugar donde se pisaba la uva para hacer vino, para que los madianitas no lo vieran.
12El ángel del Señor se le apareció y le dijo:
—¡El Señor está contigo, hombre fuerte y valiente!

Gedeón no era el hombre más destacado del pueblo de Israel, era un hombre que trabajaba en el campo, y que al igual que el resto del pueblo tenía miedo de los Madianitas. El estaba escondido cuando el ángel del Señor le habló.
A pesar  de que Gedeón tenía miedo, el ángel del Señor lo saluda diciendo: “El Señor está contigo hombre fuerte y valiente”, el miedo y la valentía es algo que nos parece contradictorio,  sin embargo cuando le creemos al Señor podemos ser valientes y dar el paso.
Gedeón en su condición humana no podía ver lo que el Señor estaba viendo en él. Para Él era difícil creer que el Dios del que hablaban sus antepasados, que había abierto el mar y los había sacado de Egipto estuviera con él y su pueblo, mientras el pueblo era dominado por los madianitas. Muchas veces no vemos lo que el Señor está haciendo con nosotros porque solo vemos situaciones adversas, igual que Gedeón, y ponemos  excusas, le decimos Señor no tengo dinero, no tengo tiempo, soy tan pequeño, no sé cómo hacerlo, sin duda una lucha que muchos hemos tenido.

13Y Gedeón contesto:
—Perdón, señor, pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos pasa todo esto? ¿Dónde están todos los milagros de que nos hablan nuestros antepasados, cuando dicen que el Señor nos sacó de Egipto? El Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado al poder de los madianitas.
14El Señor lo miró, y le dijo:
—Usa la fuerza que tienes, para ir a salvar a Israel del poder de los madianitas. Yo soy el que te envía.
15Pero Gedeón volvió a contestar:
—Una vez más, perdón, señor, pero ¿cómo voy a salvar a Israel? Mi clan es el más pobre de toda la tribu de Manasés, y yo soy el más pequeño de mi familia.
16Y el Señor le respondió:
—Podrás hacerlo porque yo estaré contigo. Derrotarás a los madianitas como quien derrota a un solo hombre.

Gedeón no había visto nada de lo que sus antepasados podían haberle contado, para él eran solo historias, él no conocía al Dios que lo había hecho. Es comprensible que cuando el Señor le dijo que con la fuerza que tenía iba a Salvar a Israel, hiciera un rápido análisis de su condición, no tenía fuerza económica porque su familia era de las más pobres, tampoco era el más fuerte físicamente, ya que dice que es el más pequeño de su familia; claramente cosas que todos analizamos cuando el Señor nos dice que hagamos algo de lo que no nos consideramos capaces; pero el énfasis está en que el Señor le dice “podrás hacerlo porque YO estaré contigo”,  está  es la clave, el Señor estaba con él. Pero podía Gedeón creer que era Dios hablándole, que no eran sus deseos y sus pensamientos hablando, al final de cuentas él era solo un hombre, necesitaba estar seguro de que era Dios quien lo apoyaba y por eso le pide pruebas al Señor, en nuestro tiempo podríamos decir que Gedeón le pidió confirmación de su voluntad, varias veces: en el altar de Baal, la prueba del algodón y el rocío.

No es fácil dejar todos nuestros temores e incredulidad a la primera, cuando nos encontramos con el Señor; muchos podrán decir que Gedeón conocía acerca Señor desde niño, probablemente había escuchado muchas historias y conocía la doctrina pero en realidad No lo conocía a él directamente; sé que es muy diferente oír de él que tener el privilegio de conocerlo.

En nuestro caminar cristiano cuántas veces nos cuesta creer lo que Dios nos dice que hagamos y al igual que Gedeón le pedimos algo específico para saber que él es quien habla y quien está de nuestro lado. Máxime cuando nos pide algo para lo que no estamos capacitados. Gedeón estaba trabajando el campo cuando fue llamado, probablemente  no un guerrero experimentado, sin embargo el Señor quería que él dirigiera un ejército,  para luchar a favor de su pueblo; había muchas vidas que se verían afectadas por sus decisiones, Gedeón no podía arriesgar la vida de su pueblo por algún deseo humano.

Es posible observar cómo el Señor fue reduciendo el ejército de Gedeón, para que los israelitas no  dijeran que se habían salvado por su propia mano (v.2), hasta llegar a tener solamente 300 hombres con él, de miles de hombres que llevaban consigo el Señor le permitió ser acompañado en su empresa por unos pocos. De los demás solo conservó sus cántaros y cuernos (v.8), y el Señor le dijo que atacara y si le daba miedo que bajara a escuchar al campamento enemigo y  así tomaría ánimo. El Señor conocía los temores de Gedeón y le muestra su comprensión cuando le dice si tienes miedo vé, el Señor no le dijo, cómo es posible que tengas miedo de hacer lo que te digo, no, el  Señor no le dijo eso, más bien le dijo está bien que tengas miedo pero aún así haz lo que te digo que yo estoy contigo.

Gedeón tuvo miedo y fue al campamento madianita y según el verso 15-16, se sintió animado al escuchar cómo se interpretó el sueño que escuchó a su favor, dividió a sus trescientos hombres y les dio instrucciones para que se distribuyeran alrededor del campamento; cuando Gedeón y su ejército tocaron los cuernos y rompieron los cantaros, el ejército madianita, que los superaba en número, quedó confundido y lucharon entre sí (v. 15-22); en los versículos posteriores (v. 23-25) Gedeón manda llamar al resto del pueblo de Israel para que combatieran y de esta manera obtuvieron la victoria para el Señor, luchando con pocos hombres y sin más armas que cantaros y cuernos.

Hay algunos puntos importantes a resaltar en la vida de Gedeón:

  1. Gedeón vivía con miedo de los madianitas y tuvo miedo antes de la batalla
  2. No era un experimentado guerrero, era un hombre que trabajaba el campo.
  3. Pidió confirmación de la voluntad del Señor, no tomó las cosas a la ligera ni anduvo alardeando de lo que iba a hacer.
  4. Fue obediente y a pesar de su miedo y su condición hizo lo que el Señor le pidió.
  5. Redujo su ejército de miles de hombres a solo trescientos.
  6. Con el respaldo del Señor logró derrotar todo un ejército con un pequeño número de personas y con armas poco convencionales (cántaros y cuernos), los recursos que Dios le había dado, aunque después hayan usados sus espadas—sus propios recursos para terminar el trabajo.


Qué conclusión podemos sacar de esta historia? Pues que muchas veces las batallas más importantes de nuestras vidas las ganaremos para gloria del Señor, con menos de lo que pensamos, no con nuestros recursos sino con los que Dios disponga para nosotros en el momento de nuestras batallas si estamos dispuestos a obedecerle por más extraño que nos parezca lo que nos pide.

También que como humanos estamos en nuestro derecho de sentir miedo, pero como hijos de Dios tenemos el derecho y el deber de confiar en Él y actuar acorde con su voluntad.

"Gracias Señor por el honor de poder predicar y llevar tu mensaje a mi congregación, realmente es un gran honor poder ser tu canal, que para siempre la gloria sea para ti!" Gaudy López Artavia.

Mi mundo eres tu. Catedral de la fe