El Perdón
Déjenme compartir con ustedes una
historia que leí en un blog en internet: El tema del día era resentimiento y el
maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en
clase elegimos una papa por cada persona que guardábamos resentimiento. Escribimos
su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran
realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos
con nosotros a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las
papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en
todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y
cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado
desatendía cosas que eran más importantes para mí” (blog Anónimo).
Cuántas veces llevamos una pesada
bolsa de resentimiento en nuestra espalda y no vemos lo que nos estamos
perdiendo, y en su lugar le echamos más y más peso? Creo que muchas veces
nosotros mismos aumentamos el peso de la bolsa recordando constantemente lo que
nos hirió y esto sin ningún beneficio.
El perdón es necesario cuando en
nuestros corazones albergamos emociones negativas que van dañando nuestra vida,
cuando guardamos resentimiento, enojo, ira, odio hacia una persona o hacia
nosotros mismos.
Antes de hablar sobre el poder
que tiene el perdón, quiero hablarles las consecuencias asociadas a no perdonar
y a guardar y no expresar nuestras emociones negativas de una manera adecuada.
Desde la psicología se habla de
enfermedades y síntomas psicosomáticos, qué quiere decir esto?, que existen
enfermedades que se manifiestan a nivel físico pero cuyo origen es de índole
emocional, yo me atrevo a incluir que algunas tienen su génesis a nivel
espiritual. Lo más común es hablar del
estrés, de que tenemos los hombros tensos por estrés o una inflamación
estomacal por estrés, si bien es cierto estos son síntomas del estrés no son las
únicas consecuencias que una emoción negativa mal manejada puede tener. Por
ejemplo cuando nos tragamos el enojo, albergamos resentimiento, ira y odio,
nuestro corazón físico se puede ver afectado, al ir elevando nuestra presión
arterial y con ello todos los padecimientos asociados. También pueden surgir
ulceras, erupciones en la piel, cuadros asmáticos, alergias y dolores de cabeza,
como cuando decimos que nos duele la cabeza por preocupación.
Cuando no perdonamos vamos
albergando emociones negativas en nuestro corazón, las raíces de amargura se
hacen más fuertes y crece el resentimiento; con un corazón resentido cualquier
cosa que nos dañe causa una herida mayor; también nos volvemos iracundos y nos
enojamos con mayor facilidad; podemos lastimar a las personas a nuestro
alrededor “sin darnos cuenta” con nuestras palabras, con el modo en que
respondemos y con los gestos que hacemos, usamos sarcasmos e ironías que dañan
a las personas a nuestro alrededor y que al fin y al cabo también nos dañan a
nosotros mismos, la gente se va alejando de nosotros, al igual que nuestra
salud física que se va deteriorando aunque no lo asociemos a nuestras
emociones.
Ahora quiero que en este momento se
analicen ustedes mismos, piensen como están reaccionando antes sus emociones?
Se las están guardando o las están expresando sanamente, es importante recalcar
que expresar las emociones no significa que si estamos enojados vamos a
gritarle a las personas y ser groseros, si no poder decir que se está enojado,
tomarse un tiempo y luego ya calmados poder hablar y arreglar las diferencias.
Y más importante que la pregunta anterior ¿Cómo reaccionamos ante un mal que
alguien nos ha hecho con cierta intensionalidad? La mayoría de las veces
desearíamos devolverle el mal que nos hizo, aunque esto nos dañe más a nosotros
que ha ellos, porque llena nuestra vida de deseo de venganza y amargura. Esto
sería una reacción natural, por ejemplo imagínense que puede desear un madre
cuya hija fue secuestrada y asesinada al ver al culpable, mucho enojo, ira,
ganas de hacer justicia por sus propias manos.
Que difícil poner la otra mejilla
en casos así, o devolver mal con bien, como se nos dice en la palabra. Qué
difícil perdonar cuándo nos han hecho un daño mayor, más cuando sabemos que el
Señor nos mandó a perdonar hasta 70 veces 7. Creo que si el Señor no está en
nuestras vidas, llenándonos de su Espíritu y de su Amor, perdonar es una tarea
imposible.
Pero qué es perdonar exactamente?
El diccionario Bíblico nos da algunas definiciones:
Liberar
Expiar
Ser indulgente
Conceder
Podríamos decir entonces que
perdonar es “conceder libertad”, libertar tanto a la persona que nos hizo daño
nos pida perdón o no, pero sobre todo liberar nuestro corazón de esa pesada
carga que es el resentimiento.
En la Biblia hay un par de
ejemplos sobre el poder que tiene el perdón para transformar las vidas de las
personas, en los evangelios se nos cuenta la historia de un paralítico al que
el perdón le cambió la vida,
Mateo 9:
1 Entonces, entrando Jesús
en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.
2 Y
sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús
la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
3 Entonces
algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.
4 Y
conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en
vuestros corazones?
5 Porque,
¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y
anda?
6 Pues
para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para
perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete
a tu casa.
7 Entonces
él se levantó y se fue a su casa.
8 Y
la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal
potestad a los hombres.
En esta ocasión Jesús no sana
directamente la afectación física de aquel paralítico, sino que lo libera de la
carga espiritual que tenía, primero le dice tus pecados te son perdonados y
luego le dice como sin mucho afán levántate y anda, este día la vida del
paralítico fue completamente transformada,
volvió a caminar, pero lo más importante su corazón fue liberado, Jesús
pudo haberle dicho levante y anda, sin perdonar sus pecados y probablemente la
vida del paralítico no hubiese cambiado mucho, su corazón seguiría siendo el
mismo, lleno de amargura y resentimiento.
Otro ejemplo es el la mujer que
lavó los pies de Jesús, leemos en Lucas: 7 a partir del verso 36 lo siguiente:
36 Uno de los fariseos
rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se
sentó a la mesa.
37 Entonces
una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa
en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y
estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus
pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el
perfume.(E)
39 Cuando
vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera
profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es
pecadora.
40 Entonces
respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo:
Di, Maestro.
41 Un
acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro
cincuenta;
42 y
no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le
amará más?
43 Respondiendo
Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has
juzgado.
44 Y
vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me
diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha
enjugado con sus cabellos.
45 No
me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
46 No
ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.
47 Por
lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas
aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
48 Y
a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.
49 Y
los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí:
¿Quién es éste, que también perdona pecados?
50 Pero
él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.
Algunos dicen que esta mujer fue
María la Magdalena, la misma que siguió a Jesús en su ministerio, la primera en
ver el sepulcro vacío. Yo la verdad no
sé si esta mujer era María, Juana, Hipólita o como se llamara; lo que sé es que
para esta mujer su vida cambió completamente, el maestro le mostró compasión y
amor, algo que sus contemporáneos no podían sentir por ella, y la liberó de su
pecado, el Señor perdonó todo lo malo que ella había hecho, pueden imaginarse
cómo se sintió esta mujer al escuchar que era perdonada? Creo que los que hemos
experimentado el poder del perdón en nuestras vidas podemos dar testimonio del
cambio en nuestros mundos ligado a el perdón.
La pregunta acá es: Cómo hacemos
para perdonar cuando nos cuesta tanto?
Estuve leyendo y revisando
algunos artículos sobre el perdón bastante interesantes, provenientes de la
psicología que me aportaron ideas muy útiles, claro ya todo eso está en la
Biblia, pero me parece valioso rescatar que el perdón es tan importante que
hasta una ciencia que a veces se pelea con lo espiritual reconoce el lugar del
perdón en nuestras vidas. Observemos lo que nos dicen estos artículos:
Uno de los artículos dice lo
siguiente:
“Los niños parecen tener
corazones cálidos y abiertos al perdón. Por consiguiente, la educación al
perdón es una posibilidad real para ellos”.
Ciertamente el Señor nos dice que
seamos como niños, en parte es por esto, el perdón debe enseñarse desde
pequeños y porque para un niño por la ternura y
limpieza de su corazón es más fácil perdonar. Cuántas veces hemos visto
a un niño dejar de hablarle a otro por unos momentos porque está enojado, y al
poco tiempo lo vemos jugando nuevamente con él como si no hubiese pasado nada.
También encontré que algunas
características que algunos psicólogos asocian a la capacidad de perdonar son:
Amor: Perdonar es amar
intensamente. El latín perdonare significa dar abundantemente.
Comprensión: es necesario
comprender que cada uno necesita más amor del que “merece” en realidad, porque
somos seres débiles y vulnerables en el fondo.
Generosidad: Perdonar exige un
corazón misericordioso y generoso. Significa ir más allá de la justicia,
principalmente en los casos en los que no se puede reparar el daño.
Humildad: hace falta prudencia y
delicadeza para ver cómo mostrar al otro el perdón. Esperar el momento oportuno
para poder expresar nuestro perdón, sin que la arrogancia se apodere de
nosotros y hagamos sentir a la otra persona humillada.
si podemos atención todas estas
son cosas que la palabra nos pide que hagamos, que amemos al prójimo como a nosotros
mismos, que tengamos un corazón humilde, que demos a los que no tienen, que
tengamos compasión y perdonemos.
También me encontré otro artículo
sobre la terapia del perdón que habla sobre un itenario o una lista de cosas
por hacer para lograr perdonar.
Las personas deben reconocer que
han sido tratadas injustamente, reconocer humildemente que esto les ha supuesto
un choque emocional y que están verdaderamente enfadadas.
Deben explorar lo que es perdón y
lo que no es perdón. Perdonar es reducir el resentimiento y aumentar la
benevolencia y el amor hacia alguien que ha sido injusto. Se puede perdonar
aunque no se restaure la confianza rota ni una relación, perdonar no es lo
mismo que volver todo como antes.
Perdón cognitivo, declarar para
nosotros que la persona que nos hizo daño ha sido perdonada aunque no podamos
expresarlo a esa persona, es liberarnos nosotros mismos de esa carga. Convencernos
de perdonar.
Perdón Emocional: la apertura de
uno mismo a la compasión y al amor hacia este hijo de Dios que te ha golpeado.
Esto es difícil y puede llevar su tiempo.
Soportar el dolor: Quien perdona
no puede hacer que el reloj vuelva atrás y deshacer el daño, pero puede tomar
la valiente decisión de aceptar el dolor y ser un instrumento de bien para el
ofensor.
Ahora recapitulando:
El perdón es un acto de amor y
compasión que nos libera a nosotros mismos de la pesada carga del
resentimiento.
Para perdonar es necesario estar
lleno del Espíritu Santo porque él es el único que puede ayudarnos a ser
compasivos, generosos y humildes, el único que puede enseñarnos a amar como
solo él ama.
El perdón es un proceso y como
todo proceso lleva su tiempo, puede que podamos perdonar de inmediato o nos
podemos llevar días perdonando.
Perdonar no significa olvidar
sino ya no sentir dolor y amargura por la persona que nos ofendió, sino
significa ver a Dios en la persona que nos hirió.
Perdonar es una decisión, una
decisión que es necesario tomemos todos los días.